miércoles, 31 de octubre de 2007

La paz está en las matemáticas...


... que no quiere decir que esté en los matemáticos. Eso, claro está, si se me puede considerar matemático (una vez un chico me dijo que yo no era matemático, pues no me dedicaba a inventar fórmulas. Sé que su comentario no debería tenerse en cuenta, pero a pesar de no saber explicarse algo de razón sí que tiene).

La cosa es que últimamente me estoy volviendo más guerrillero (quien me conoce bien sabe que me gusta meter caña... dialéctica, claro) y no sólo porque sea Scorpio y nuestro planeta regente sea Marte; sino porque ya me cansé del Pilates y el Batuka y me he metido a hacer capoeira y taekwondo (esto último sólo por un mes, que hay que volver a las oposiciones y la pela es la pela). Estaba ya harto de tanto ejercicio pasivo (sin comentarios) y hay que empezar a dar caña.

De todos modos, la culpable de este cambio de actividades extralaborales es Arwen, cuya foto ha sido cedida amablemente por ella.
No es que tenga todavía mucho arte en el manejo de mi cuerpo, como el que se puede apreciar en las fotos publicadas en el blog de ella, pero espero con el tiempo tener al menos algo más de soltura. Por ahora me conformo con no tener más ampollas en los pies y que no me salgan muchas agujetas en las piernas.

lunes, 29 de octubre de 2007

Teoría de grupos

Ayer estuve en la Alameda de cervezas, tapeo y posterior café con licorcito. Es el lugar dónde mejor me siento para pasar un día o una noche. Y es normal, estoy rodeado de gente que pertenece a mi "grupo".

¿Estamos realmente en un sociedad en la que nos dejamos agrupar? ¿Existen realmente las clases sociales en planos ya no sólo económicos, sino en sectores diferenciados por la forma de vestir, los gustos musicales o las preferencias en el ocio?

Si miro a mi alrededor cuando estoy sentado en un bar las mesas suelen estar ocupadas de un mismo grupo de personas, vestidas de un mismo estilo, con unas inquietudes parecidas, gustos similares. Eso es lo que podemos ver, lo que me trasmiten.

Cuando nos presentan a una persona o miramos simplemente a alguien empezamos irremediablemente a ver su ropa, su expresión corporal y todo lo que pueda trasmitirnos su cara. De todo esto empezamos primero a catalogarlo en un grupo, a ver por dónde le gusta "moverse", qué música le gusta escuchar y su forma de pensar grosso modo.

Pero, ¿seguimos esa pauta por comodidad, por selección o simplemente por costumbre?

Quizás la única respuesta que contradiga todo esto es buscar en nuestra mente esos amigos que claramente forman parte de otro grupo, que tiene unos gustos en muchos aspectos distintos a los nuestros, que no les gusta ir a los mismos bares que nosotros o que simplemente no podemos quedar con ellos para una gran cantidad de cosas que hacemos en nuestro tiempo libre.

Y precisamente a esto me refiero. Me pregunto si esos estereotipos que nos vamos creando son ciertos y si realmente son importantes tenerlos en cuenta a la hora de seleccionar con quien queremos pasar el tiempo o si deberíamos dar oportunidades a toda persona que tengamos delante, aun cuando todo su exterior te da a entender que no vas a tener nada en común.

Muchos de mis amigos, si sigo los estereotipos, estarían fuera de mi grupo. Con ellos comparto una serie de cosas y muchas otras las tengo que buscar al amparo del grupo. Y no ocurre nada.

Pero podemos rizar el rizo y complicar todo este baturrillo aún más: ¿Acaso no ocurre lo mismo, incluso más ampliado, cuando lo que buscamos es una pareja?

Nos fijamos primero en aquell@s que entran dentro de nuestro grupo, es lo que definimos como nuestro "tipo". Simplemente por una forma de vestir nos resulta más o menos apetecible una persona. ¿Es un gusto estético al que le adjuntamos una forma de ser y unas inquietudes? ¿O es peor aún y nos dejamos llevar solamente por las apariencias?

Festival de Cine Europeo de Sevilla

El viernes 2 de noviembre empieza el Festival de Cine.
El año pasado sólo pude ir en dos ocasiones:
Una noche de miércoles, tras salir de trabajar. Resultó que todas las películas estaban agotadas salvo un documental sobre política italiana en los años 80, que estuvo todo lo entretenido que puede estar un documental a las 10 de la noche sobre ese tema.
Y un sábado en el que pude entrar a las películas que buenamente no quedaron sin entradas. Una rusa, una griega y una belga, las tres bastante buenas, por cierto.

Pero este año voy a resarcirme. Como vuelvo a ser estudiante en mis tardes, tengo el abono-27 y ése es el número de películas que voy a ver en esos 9 días, sin contar los pases de prensa a los que acudiré. Es lo que ocurre cuando quedan 3 personas para hacer una puesta en común de las películas "preferentes" y notas que tener gustos distintos implica que se van metiendo películas que no te habían llamado mucho la atención, aunque seguramente puedan llegar a gustarte.

De todos modos ya lo comentaré si no me han ingresado en un psiquiátrico.

martes, 23 de octubre de 2007

Lost and Found

Quiero ser Santa
quiero ser beata

Lo que voy a exponer a continuación demuestra que puede llegar a compensarte ser buena persona, o al menos intentarlo.

La semana pasada llevaba varios días buscando una serie de cosas: unos pantalones, mis "pequeñas" gafas de sol graduadas y la luz de atrás de la bicicleta. Ya ayer terminé de encontrarlas.
Tras haber mirado por toda la casa, pensé que había dejado puesta la luz y me la habían quitado; pero la desaparición de las otras dos cosas era más extraño, pues las gafas sólo me las pongo para ir al trabajo y los pantalones... son difíciles de extraviar por la calle.

Pues ayer estaba en la biblioteca con mi Constitución Española y una chica le pidió a la amiga un pañuelo de papel. La amiga, que estaba con los tapones, no se enteraba de nada. Y yo, como buen samaritano, me puse a buscar en el bolsillo pequeño de mi bolso gris, donde no encontré clinex, pero sí la luz trasera de la bici.

Me sentí tan bien, más incluso cuando la muchacha de enfrente pudo limpiarse pues la amiga se quitó el tampón, escuchó el pedido y le dio un pañuelo.

sábado, 20 de octubre de 2007

Fotos de septiembre

Estas fotos están hechas a principio de septiembre, aprovechando los últimos días de piscina, de mi piscina.
Un sábado se vinieron Ana (la que está en la piscina conmigo) y Lola a pasar el día. También hice fotos de mi mini-yo o hermano pequeño y mi madre.















Otra foto es de mi amiga Pili, el día de su vuelta de las vacaciones. Llevaba dos meses sin verla y ya tenía ganas de estar con ella.







Lo que queda entre medias es la entrada "Sábado noche" de septiembre y una foto de la culpable de que haya cambiado de gimnasio, pero esto ya lo pondré en otro blog.








Ya sólo me quedan dos bloques de fotos más.
El primero es de la inauguración del festival Utopía, que aprovechó toda córdoba para darse un paseo por la Corredera y medio casco antiguo. Muchos de mis amigos estaban allí...



Ya las últimas fotos son de una visita de Eva a Sevilla, el viernes fue la noche de los museos y nos fuimos los cuatro de cultureo.















... Y el sábado de marcha, aunque ya sin Eva.




viernes, 19 de octubre de 2007

Calcetines de colores (pequeño texto frívolo)



Algo que siempre llevo puestos, salvo en contadísimas ocasiones (boda, problemas de lavadora...) son unos calcetines de colores. Es una forma de animarme las mañanas,al ponérmelos. Me gusta que algún color vaya con algo de la ropa o zapatillas que llevo y el resto contraste, para que los vea cuando me siento cruzando las piernas. Creo es una forma más de colorear la vida, que reivindico por encima de los calzonsillos incluso, ya que éstos los ves al ponértelos y solamente los sientes a lo largo del día.
Mi primeros calcetines de colores llegaron cuando empezaron a ponerse de moda los que tenían para meter los dedos, hace ya unos cuantos años. La verdad que al verlos pensé que era una cosa muy hortera, pero una vez empecé a ponérmelos les cogí el gusto a eso de mirarme las zapatillas y ver que encima hay rallitas de colores.

lunes, 8 de octubre de 2007

Leyendo a Proust antes de dormir

Pues siguiendo la línea cool que me ha ido marcando la vida (véase el blog "Una parte de mí") y que se ha visto potenciado en el último año, que para algo reivindico ser un "bohemio con inquietudes"; me he comprado un libro del señor Proust, tras leer no sé dónde que es uno de los escritores más influyentes del siglo XX. No me he comprado "En busca del tiempo perdido", eso no, sino "Los placeres y los días", un libro de relatos cortos que, según comentario del Fnac, se puede considerar la hemana menos de "En busca... ".
Es un libro que se lee bien, aunque a veces hay frases que tienes que leer dos veces, no sé si por la forma de escribir o porque últimamente me dedico a pensar, quizás más de la cuenta.
Y es que no suelo tener tiempo entre semana para descansar, entre las clases de inglés, el gimnasio... y dentro de una semana las oposiciones. Este blog lo tengo abandonado, mi habitación parece una leonera (más de lo normal, si cabe) y sentarme a pensar parece una utopía.
Así que los domingos, después de toda la semana y del sábado de fiesta, eso de estar en la camita o el sofá leyendo es prácticamente una bendición. Y es el momento que empiezo a pensar.
Tengo fantasmas del pasado (fantasmas, pues se tratan de sentimientos ya muertos), que no han querido pasar a mi vida y están ahí ofreciéndome extraños espectros de algo llamado relación. No buscan recuperar algo perdido, ni para recordar las cosas que bellas que tuvimos, ni realizar las cosas que quedaron sin hacer; sino empezar una extraña relación basada únicamente en la confianza.
Mi problema es que no me sale dejarme llevar por esa comodidad. Creo que ya no me conformo con poco. Si he tenido que partirme los cuernos para conseguir el trabajo que quiero no voy ahora a conformarme con la primera opción que se me ponga a la vista.
Sé lo que quiero como relación y lo demás no me sirve. Quiero AMOR con mayúsculas, con "flechas y alas". Y si no llega, al menos conocer a alguien que mínimamente me haga pensar que puedo criar mariposas en mi estómago.

domingo, 7 de octubre de 2007

Ángel

Éste es mi amigo Ángel, del que más de uno recordará su página web, lo conocerá por haberme oído hablar de él o habrá tenido la suerte de conocerlo.
Le llevo tiempo prometiendo que tenía que ponerlo en mi blog haciendo unas de las cosas que mejor sabe hacer: cantar. También se encuentra en youtube, por si alguien quiere visitarlo.
Intentaré en un futuro conseguir imágenes con más calidad y mejor sonido, que al fin y al cabo esto fue en la calle y grabado con un móvil.



viernes, 5 de octubre de 2007

Ante la ley (tributaria)

Resulta que la ley tributaria es constitucionalmente correcta, todos pagamos progresivamente lo que tenemos que pagar; eso sí, sin tener en cuenta que existen unos gastos básicos que cada persona necesita para vivir. Esto, si se tiene en cuenta, es a unos niveles irrisorios.
Y además descubro lo que te desgravan por alquiler es ínfimo, entonces nos queda pagar una hipoteca, que ahí si te desgravan, si no te suicidas por no poder pagarla (en eso sí se saltan el artículo de la constitución, tienes derecho a una vivienda, te la tienes que pagar tú, lógico, pero ayudas para alquiler las justas). Así que, si tienes un sueldo con el que no llegas a fin de mes, los de tu trabajo te han puesto el IRPF que a ellos les ha dado la gana, lo mismo te encuentras el próximo año con que más de medio sueldo tenía que haber sido para el Estado.

Siempre puedo pensar que una parte va destinada a mi sueldo, aunque, claro, si trabajara en una administración no estatal esa parte sería más grande.

Dejo la lectura de este cuento para quien se sienta kafkiano:

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta al guardián y le pide que le deje entrar. Pero el guardián contesta que de momento no puede dejarlo pasar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde se lo permitirá.

- Es posible - contesta el guardián -, pero ahora no.

La puerta de la ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el campesino se inclina para atisbar el interior. El guardián lo ve, se ríe y le dice:

- Si tantas ganas tienes - intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón hay otros tantos guardianes, cada uno más poderoso que el anterior. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo soportar su vista.

El campesino no había imaginado tales dificultades; pero el imponente aspecto del guardián, con su pelliza, su nariz grande y aguileña, su larga bárba de tártaro, rala y negra, le convencen de que es mejor que espere. El guardián le da un banquito y le permite sentarse a un lado de la puerta. Allí espera días y años. Intenta entrar un sinfín de veces y suplica sin cesar al guardián. Con frecuencia, el guardián mantiene con él breves conversaciones, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final siempre le dice que no todavía no puede dejarlo entrar. El campesino, que ha llevado consigo muchas cosas para el viaje, lo ofrece todo, aun lo más valioso, para sobornar al guardián. Éste acepta los obsequios, pero le dice:

- Lo acepto para que no pienses que has omitido algún esfuerzo.

Durante largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años abiertamente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo entre murmullos. Se vuelve como un niño, y como en su larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, ruega a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz o si sólo le engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que brota inextinguible de la puerta de la ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte endurece su cuerpo. El guardián tiene que agacharse mucho para hablar con él, porque la diferencia de estatura entre ambos ha aumentado con el tiempo.

- ¿Qué quieres ahora - pregunta el guardián -. Eres insaciable.

- Todos se esfuerzan por llegar a la ley - dice el hombre -; ¿cómo se explica, pues, que durante tantos años sólo yo intentara entrar?

El guardián comprende que el hombre va a morir y, para asegurarse de que oye sus palabras, le dice al oído con voz atronadora:

- Nadie podía intentarlo, porque esta puerta estaba reservada solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

Franz Kafka.

El hombre está condenado a ser libre

"Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace."

Este aforismo, además de ser responsable del libro que me acabo de terminar: "El existencialismo es un humanismo", cortito y ligero de leer; está en mi mente cuando pienso en los pequeños agobios económicos por los que estoy pasando ahora.
Me explico:
He elegido ser administrativo en lugar de dedicarme a la enseñanza. El motivo es tan simple como que no me apetece dedicarme el resto de mi vida a aguantar a 20 niños que no quieren saber nada sobre matemáticas, porque no me veo con vocación de domador de fieras, ni me imagino estar varias horas al día gritando y/o hablando para mí solo. En cuanto a lo que se refiere al esfuerzo, aunque el temario de administrativo o auxiliar es muchísimo más reducido que el de la enseñanza, imagino que hubiera sido más fácil prepararse 100 temas de matemáticas que 15 de derecho. Pero, claro, la diferencia de salario de uno y de otro es totalmente abismal.
He elegido. Me he hecho a partir de esta elección y el único motivo de arrepentimiento es el dinero y la cantidad de horas de estudio que aún me quedan para llegar al grupo A (sin contar el tiempo de espera para la promoción interna, si decido esperarla).

También puede elegir encerrarme en casa y dedicarme a mis oposiciones, para llegar lo antes posible a ese nivel económico al que todos queremos acceder ('cos we are living in a material world); pero no, opto por estudiar inglés, ir al gimnasio y compatibilizar todo esto con estudiar un poquito de oposiciones; eligo ganar poco pero disfrutar de mi tiempo.


Ya podemos seguir con este aforismo, para ver todas las elecciones que hemos tenido que hacer en nuestra vida. Nos soltaron aquí para obligarnos a decidir sobre lo que vamos a hacer en cada momento. Es tanto bello como fatalista.