domingo, 5 de octubre de 2008

Sensaciones (entrada after hours)



Si tengo que hablar de sensaciones en esta after hours, lo primero de lo que hablaré se puede resumir en una frase:
"Ese abismo que nos separa (como diría Amanda Gris)"
Realmente esa frase es de La flor de mi secreto, de Almodovar, pero resume perfectamente ese pequeño detalle que puede parecernos insalvable cuando se trata de una persona a la que queremos.
Resulta triste pensarlo, sobre todo cuando son las 9 menos cuarto de la mañana, estás cansado y la cama puede parecer más solitaria. A veces ves esos abismos que te separan de las personas que quieres, pequeños detalles que te recuerdan de pronto que tus amigos no son tus medias mitades, al menos exactamente.
A pesar de la tristeza, del cansancio y (ahora toca Nietzsche, que para algo he escuchado hoy dos veces una versión de la introducción del Así habló Zaratustra) ese enano que de susurra al oído que mientras más subas peor será la caída, se debe pensar que debemos ser ingenieros, construyendo puentes para salvar esos pequeños abismos que nos separan de los demás.



Mi segunda sensación ha sido de la vuelta a casa. Porque yo tengo (imagino que como todos) lugares a los que queremos volver, porque el estar ahí reconforta, como una mesa camilla al llegar a casa con los pies helados. Y eso también ha ocurrido hoy, en una discoteca, al moverme por una pista de baile que no pisaba en los meses que ha durado el verano en Sevilla. Aunque la música no haya sido la misma (al cambio de dj se lo debo) y el local haya estado demasiado lleno por momentos para poder tener un momento de paz, sabía que estaba de nuevo donde quería estar, aunque haya pasado más calor que en todo el verano en el que no quise entrar.

Otra sensación, anterior a las otras dos, ha sido volver a oír y ver cantar a mi amigo Ángel, el cual me ha avisado de su actuación en Santa Catalina. Ha sido, también, un volver a cosas ya vividas, compartidas en la ilusión que él siente y disfruta; de la misma forma, y espero me perdone la expresión, que un yonqui espera su dosis de metadona. Sé que él siente algo muy fuerte cuando se sube a un escenario y, lo mejor de todo, cada vez está consiguiendo transmitirlo más.

Y, por último, tanto cronológico como testimoniado, debo hablar de mi sentimiento de impotencia al no poder coger ninguna bicicleta de sevici, en los dos puntos de recogida de la Alameda, como en el situado en la esquina de calle Feria con Resolana (espero que eso no sirva para que algún cyber-sicópata decida imaginarse mi lugar de residencia).

PD: Existe otro sentimiento, éste de maldad, pues estoy tecleando (con el ruido que eso produce) a las nueve de la mañana. Espero que sea mi pequeña venganza a mis vecinos de arriba, que parece que taconean ellos y sus hijos; y a los de abajo, que puedo jurar por Snoopy, Mafalda y la existencia infinita de Inditex (aunque se extinga la especie humana), se dedican a hacer fiestas que empiezan por la noche y acaban a la tarde-noche del día siguiente (y si no se lo cree alguien, que baje Superman y lo demuestre).