viernes, 27 de marzo de 2009

Bajo el peso de la ley y el dinero

Encerrado en mis cuatros paredes,
veo irreversiblemente el paso del tiempo
sobre el cuerpo agonizante del deseo.
Hago cuentas y estudio leyes.
La soledad me arrastra
a laberintos que no tienen salida,
mientras el sol se oculta tras el gordo banquero
que se alimenta de miseria.

Las uñas aterrorizadas
se vuelven de nuevo,
arrancando trocitos de amarilla
esperanza.

Soledad,
soledad,
soledad.

Todo es grotesco y absurdo.
Me arrancan pequeños trocos de mí
al ritmo del cuarto creciente,
hasta quedarme
en fríos huesos.
Una pequeña pesadilla en el paraíso.

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