La canción de Amparanoia tiene razón. A partir de cierta edad es lo que tenemos que hacer. Nos planteamos buscar un trabajo, no sólo para sentirnos realizados como personas, sino porque necesitamos unos ingresos para poder tener una casa, comer, salir, comprar ropa, libros, etc.
Ya desde pequeños nos preguntan qué vamos a hacer, no sólo porque eso ya nos identifique como personas, sino porque debemos trabajar para ganar dinero.
Se dice que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita. Por eso se puede decir que hasta ahora el dinero no me ha quitado la felicidad, porque con mis ingresos tenía cubierto no sólo mis necesidades, sino los pequeños caprichos que me pudieran ir surgiendo.
Pero ahora eso ha cambiado.
Tengo que cambiar de piso para el verano. Hasta ahora he compartido piso y siempre he tenido la suerte de hacerlo con algún amigo. Ahora, a punto de cumplir los treinta, me encuentro en la tesitura de tener que elegir entre buscar piso acompañado con un extraño o buscar algo por mi cuenta. Si acepto lo primero, me encontraría con la posibilidad de estar incómodo en mi casa. Por lo que he decidido lo segundo. Y entro en el juego peligroso de necesitar más dinero.
Apoyado (o instado) por mis padres, empiezo la vorágine de buscar piso para comprar. Y las cosas entonces se hacen cuesta arriba. Tengo el apoyo económico de ellos para lo que vaya necesitando. Tendré, por supuesto, que recortar gastos y buscar, seguramente, otra fuente de ingresos como un alquiler o, incluso, un segundo trabajo.
Entrar en esa dinámica supone un cambio que me produce pavor a ratos, pánico en otros momentos e indiferencia cuando pienso que dios aprieta, pero no ahoga.
Hago cuentas y más cuentas, me siento como el señor Scrooge de "Cuento de Navidad", intentando contar los futuros ingresos, a repartir entre la futura hipoteca, la comida y el resto de mi vida. Pienso en mis clases de inglés, en la posibilidad de poder seguir pagando un gimnasio, en estudiar la promoción interna o cualquier oposición que me hiciera ganar más dinero; para todo ello intentar compaginarlo con la opción de volver a trabajar en una academia o dando clases por mi cuenta.
A veces hasta bromeo con la idea de buscar pareja, no ya por todas las cosas bellas que tiene el amor, sino por tener alguien que me ayude con la hipoteca.
También están los consejos de la gente, que muchos a mi alrededor ven lo más normal comprar un piso y tener que sacar dinero como sea. Así son las cosas, un mileurista es lo más normal del mundo en nuestros días, y una hipoteca que sea más de la mitad de la nómina a pagar en 35 años, ahora no sólo no sorprende, sino incluso pensar que algo no anda bien es un pensamiento estúpido.
Hay quien me aconseja comprar piso para alquilar habitación o trabajar por las tardes, para estar durante varios años teniendo un piso que sólo pueda disfrutar para dormir.
Todo se vuelve confuso cuando pienso en las posibilidades que tengo en un futuro no tan lejano. Si acabo entrando en el mundo del adulto plenamente integrado, con hipoteca, quiero decir; espero que las cosas vayan hacia algún lado.
Foto sacada de:
http://www.masternewmedia.org/es/2007/02/11/monetizar_el_contenido_online_como.htm
viernes, 7 de diciembre de 2007
Hacer dinero (es tu tarea)
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6 comentarios:
Con calma, como dices, dios aprieta pero no ahoga, y acabas de empezar a buscar. Todo se andará y seguro que habrá solución para todo.
Pero, por favor, no entres de lleno en el mundo adulto, ni siquiera por la hipoteca. Tenemos que mantener algo de niños, ¿no?
De niño me quedará saber que mis padres vuelven a pasarme dinero y, por supuesto, saber que la vida es un juego en el que lo importante es la diversión.
Sé que me lo tengo que tomar con calma, que tengo el apoyo de mucha gente a mi alrededor y que lo peor que puede pasarme es que tenga que recurrir a la prostitución para ganar un pellizquito más.
Esperemos que no haga falta que llegues a ningún tipo de prostitución.
No llegará la sangre al río.
Es complicado lo del piso. Yo tenía clarísimo que en cuanto aprobase las oposiciones, me compraría uno. Y lo hice. Pero tres años más tarde, no sé si hice bien, la verdad. Porque vivo y trabajo para pagar la puñetera hipoteca. Y total, como no tengo pareja, no sé si debería haber aguantado algo más en casa de mis padres o haberme alquilado algo.
Solo puedo desearte mucha suerte con tu búsqueda de piso.
Besos.
Muchas gracias, suntzu. Ya he hecho la locura, en una semana de ver pisos he encontrado una ganga en la zona que me gustaba, y, aunque necesitaré ayuda paterna para las mensualidades hasta que apruebe la promoción interna, ya se puede decir que tengo pisito, mío, de mis padres y, sobre todo, del banco.
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