lunes, 11 de agosto de 2008

Estuve enamorado

Este mes voy a poner, por cada entrada, otra con una canción relacionada.
Para el caso de "Siento", creo que lo mejor será esta canción; así que vamos a dejarlos llevar por el pop y la voz del gran Raphael.



ESTUVE ENAMORADO:

ESTUVE ENAMORADO DE TI
ESTUVE ENAMORADO DE TI
PERO YA NO SIENTO NADA
NI ME INQUIETA TU MIRADA COMO AYER

ESTUVE ENAMORADO DE TI
ESTUVE ENAMORADO DE TI
PERO YA NO SIENTO NADA
NI ME INQUIETAN TUS PALABRAS COMO AYER

Y PENSAR QUE UN DIA TE QUISE
COMO A NADIE YO HE QUERIDO JAMAS
Y PENSAR QUE SIEMPRE TE DIJE
QUE POR NADA TE PODRIA DEJAR

ESTUVE ENAMORADO DE TI
ESTUVE ENAMORADO DE TI
PERO QUIERO SER SINCERO
DE VERDAD QUE, QUE NO TE QUIERO COMO AYER

Y PENSAR QUE SIEMPRE TE QUISE
COMO A NADIE YO HE QUERIDO JAMAS
Y PENSAR QUE UN DIA TE DIJE
QUE POR NADA TE PODRIA DEJAR

ESTUVE ENAMORADO DE TI
ESTUVE ENAMORADO DE TI

sábado, 9 de agosto de 2008

Ciudad sin sueño



Este poema siempre lo recuerdo en esos momentos en los que he dormido poco o nada, y estoy algo rallado, como en la entrada "Algo está roto", dos entradas más abajo.
Por supuesto aquí pongo la versión de musicada de Morente y Lagartija Nick.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!

Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

Federico García Lorca.

Siento


Esta noche pensaba que no sentía. Te he visto en todo tu esplendor. Brillabas (más que cualquier otro ser a mi alrededor). Y no sentía. O sí. Sentía que no quería volver contigo. Cuando te veía, en los momentos que nos hemos encontrado, sentía impulsos de besarte; sentía que tú eras mi hogar. Pero esta noche no lo he sentido. Era triste, pero cierto.
Y después ha ocurrido lo que tú ya sabes. Ha sido como un portazo que se da y la casa queda temblando. Ha sido el se acabó, ya no hay vuelta a lo que tuvimos. He sentido como si me quitaran una utopía.
No puedo creer que esto realmente esté pasando. Que escriba estas líneas, sintiendo que estoy matando una parte de mí, o una parte de nosotros. Pero creo que es algo que debemos hacer, al menos por mi parte.
Siento (el miedo a no sentir que está rondando últimamente) algo muy fuerte por ti. Sé que te sigo queriendo, pero hoy ya sé (he sentido a lo largo de toda la noche) que ese te quiero no implica ningún deseo de quiero volver contigo, de que te quiera como propiedad ni de que no quiero verte con nadie.
Aunque me sienta raro, creo que tenía que decírtelo.

jueves, 7 de agosto de 2008

Algo está roto.

O algo se está rompiendo (los tiempos verbales no están siendo magnánimos conmigo). Miro dentro de mí y veo que algo empieza a ir mal, que algo no funciona como debiera. Como un sistema de engranajes que han dejado de engrasar. Las piezas se empiezan a desgastar. Y todo chirría.
Puede ser que el calor se me pega a la piel y no me deja soñar, tener esas bonitas fantasías que anidaban en mi mente, como enredaderas colgando de las paredes, como macetas en flor colgadas de los patios cordobeses. La falta de sueño(s) ocurre en estos calurosos veranos, donde las flores no atendidas acaban secándose.
Miro a mi alrededor y ya no escucho, como antes, palabras de amor. O, de oírlas, son en un idioma que nunca me enseñaron. Todo es cuarenta grados a la sombra, inactividad obligada.

La belleza se vuelve trivial y yo me vuelvo ajeno a ella. Sólo deseo quedarme quieto, tumbado, negando la luz. La brisa es artificial, graduada a mis necesidades corporales. Es el consuelo del mando a distancia, de la temperatura controlada.
Todo se derrite en este verano al que ya me he acostumbrado, este verano del que siento que no voy a salir. Todo es calor pegado a la piel, como he dicho antes. Calor que se mete en los huesos y me hace encerrarme en mi habitación, bajar persianas, cerrar puertas y ventanas, cerrarme.
Cuando ya salgo, las persianas, puertas y ventanas siguen estando cerradas y yo me he quedado dentro. Intento abrir puertas, pero siento las bisagras oxidadas. Por las persianas sólo entra un pequeño rallo de luz.

Nota: Esto fue pensado un largo domingo de finales de junio y escrito el lunes 30 de ese mismo mes; cuando aún no tenía internet. Perdón por la tardanza.