El hecho en cuestión ocurrió la mañana del domingo pasado, cuando me encontraba esperando a un autobús que iba a tardar unos veinte minutos. Había acabado la celebración de un cumpleaños, con la posterior parada para tomar un desayuno consistente en un té y media tostada catalana.
Cabe concretar que se trataban de las ocho de la mañana y ya estaba amaneciendo. Entonces, como quien no quiere la cosa, a mi cabeza vino la frase "La aurora llega...", que tuve que continuar "... y nadie la recibe en su boca/ porque aquí no hay mañana ni esperanza posible".
Y es que se trataba del poema "La aurora" de Federico García Lorca, para mí una de las mejores manifestaciones de deshumanización que el hombre haya podido expresar. Durante algún tiempo, éste fue el poema que tuve en mente cuando me movía por la ciudad de Sevilla (e incluso, a veces, me lo llevaba a Córdoba).
Intenté recordar más frases, aunque me quedaba algo así (omitiré los signos de puntuación):
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque aquí no hay mañana ni esperanza posible
a veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y perforan abandonados niños
Los primeros que salen comprenden en sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados
saben que van al cieno de número y leyes
de sudores sin fruto....
....
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre
Esta última frase la recuerdo, además, porque fue mi nick del messenger unos años después, también hace mucho tiempo. Más concretamente fue:
"Como recién salido de un naufragio de sangre".
Como no logra recordar más del poema, a pesar incluso de intentar cantarla en la versión de Morente, no dejaba de darle vueltas en mi cabeza, sin resultado satisfactorio, más bien como incremento de un sentimiento de tristeza (incrementado por el alcohol que recorría mis venas).
Menos mal que uno tiene otras cosas en la cabeza, aunque casi se pudiera decir en este caso que era salir de Guatemala para meterse en guatepeor, pues vino otro poema, esta vez de Neruda. Realmente se trata de un fragmento que Extremoduro cogió para la contraportada de un disco y que siempre acaba saliendo cuando llega el invierno, como si de un abrigo se tratara.
Mientras me debatía entre estos alegres poemas miré para arriba y me encontré con un piso en venta, cuyo balcón tenía colgados unos diez cds. Y es que tengo un problema con los pájaros, pues creo que están intentando hacer un nido en el viejo aire acondicionado que tengo en el salón. Precisamente ese mismo día había estado hablando con Pili sobre esta molestia, la cual me recomendó ella solucionar colgando cds. Y es que no me creo que esa solución, al igual que la de la bolsa de agua, sirva para alejar a pájaros e insectos. Pero resultó entretenido ver si algún pájaro se posaba en el balcón.
Y al final llegó el autobús, porque me aburría mirar el balcón, ver pasar a la gente que había madrugado y se me estaba congelando el culo.
La aurora
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.
De: Poeta en Nueva York, publicado 1940
Fragmento de "A mis obligaciones" de Pablo Neruda
Cumpliendo con mi oficio
piedra con piedra, pluma a pluma,
pasa el invierno y deja
sitios abandonados,
habitaciones muertas:
yo trabajo y trabajo,
debo substituir
tantos olvidos,
llenar de pan las tinieblas,
fundar otra vez la esperanza.