lunes, 5 de enero de 2009

En busca del eslabón perdido

Si algo tiene empezar un año nuevo, siendo totalmente simbólico y arbitrario, es la necesaria revisión que debemos hacer de nuestra vida. Ver hacia dónde vamos y hacia dónde queríamos ir. Recaputar sobre lo que nos ha ocurrido, tenga o no causa relacionada con nuestras decisiones. Recapacitar sobre lo que hicimos o dejamos de hacer. Buscar maneras nuevas para conseguir lo que deseamos. Repasar para seguir adelante, con nuevas perspectivas.
Creo que ésto puede ser motivo de depresiones o de alegrías, dependiendo de cómo se haga el recuento, pues por algo se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío.
En mi caso puedo estar agradecido a este año en el que han cambiado muchas cosas para mejor.
Por eso, y a pesar de las cosas buenas que han pasado, en esta entrada voy a centrarme en la parte vacía del vaso. A esto contribuye no solamente el comienzo de año, sino también que acabo de cumplir los treinta y el cambio de decena obliga, aunque sea un poco, a repasar lo vivido en los últimos diez años; así como a saber que las cosas te las tienes que plantear de la misma forma, pero a la vez de otra manera.

Dando un rodeo, empezaré contando una historia:

Hace unos años, debido al estudio de las oposiciones y al trabajo que realizaba, compartí mucho tiempo con una amiga. Ésta tenía cuarenta y pocos años y estaba un tanto cansada de ver que los hombres de su edad no se cuidaban (por lo que perdían todo encanto) o estaban tan quemados o aún obsesionados por relaciones anteriores, que resultaba muy difícil encontrar a alguien interesante. Entonces, como suele ocurrir cuando anhelamos, creemos que lo deseado lo tienen los demás... Por eso, al comprobar que los hombres que merecían la pena eran de menor edad, mi amiga empezó a plantearse la teoría del eslabón perdido. Parecía que en los hombres de su edad la cadena se rompía. Una vez planteado el problema, ya tan sólo fue cuestión de tomarlo a guasa. Y, por supuesto, lo hicimos y bastante.
Nuestra observación del exterior se tornó en comprobar si la teoría se cumplía (acercándonos al método científico), si era cierto que la probabilidad del encuentro es tan pequeña, si la búsqueda de ese eslabón perdido entrañaba un gran esfuerzo. Y la realidad nos confirmó que la dificultad.
A pesar de esto, con el tiempo mi amiga encontró un eslabón de la cadena.





Retomando el tema, ni que decir tiene que actualmente tengo la sensación de que me ocurre algo parecido. Desde Sexo en Nueva York a los diarios de Bridget Jones queda constancia de la dificultad para encontrar pareja que tienen los treintañeros. En mayor o menor medida comparten la teoría de ese eslabón perdido, porque a esta edad ya arrastramos decepciones, heridas cicatrizadas o aún por cicatrizar, errores que ya no estamos dispuestos a volver a cometer, perdemos la paciencia...

Aunque creo que me estoy yendo por el lado tremendo del asunto, pues en mi caso todo se resume a que puedo ver "eslabones" en muy raras ocasiones, cuando me encuentro por la calle paseando o tomando algo; pero me resulta imposible verlos cuando estoy en una discoteca, lugar más recomendable para conocer a una persona (sobre este tema, aunque todo esto sea mi impresión particular, habrá quien pueda decir que exagero). De todos modos, ya me propuse hace poco tiempo ser, al menos, un observador imparcial, a efectos de dar algún paso más. Pero parece que los eslabones se quedan en casa con su pareja o con su hipoteca; o simplemente salen por lugares distintos a los que yo frecuento. O, simplemente, han dejado de ser mis eslabones perdidos, para formar parte de una cadena avanza por lugares a los que no quiero llegar.

Por eso, para resumir, creo que lo mejor que puedo hacer es seguir disfrutando de las cosas tal y como están, aunque poniendo más ahínco en la búsqueda del eslabón perdido.

3 comentarios:

Isabel Sira dijo...

Ya sabes que pienso que las discotecas no son el lugar para conocer ni el eslabón perdido ni a nadie que pueda compartir más que una noche de tu vida, pero, en cualquier caso, sí que es verdad que últimamente nos es difícil encontrar a alguien que pueda ocupar esa parte de nuestra cadena vital (me incluyo, para que veas).
De todas formas croe que tu decisión de disfrutar es la mejor, y, vale, no pierdas ojo del camino, pero sobre todo disfruta y en vez de buscar, deja que te busquen un poco... A lo mejor esa es la clave para encontrar, que nos encuentren...

anthonytowers dijo...

Por cierto, ¿no te ha gustado la canción?

Isabel Sira dijo...

Sí, está guay. Ya la conocía, no sé de qué.