viernes, 29 de febrero de 2008

Y mientras espero...

Dejad las promesas, las lágrimas fingidas y los halagos.
Cuando el corazón es duro no causan estragos.
Crueldad intolerable (los hermanos Coen)


Las horas que dedicaba en el gimnasio las utilizo ahora para estar delante del televisor en plan catatónico, viendo series en versión original, por lo que el catatonismo es inglés.
De vez en cuando voy al centro. El otro día, por ejemplo, fui a descambiar unas camper que me había comprado este verano, pues tenían un descocido, problema de fabricación.



Me avisaron que fuera a recogerlas, que procedía una devolución. Como yo pensaba que serían unas zapatillas nuevas del mismo modelo iba muy contento, cuando me encuentro que me devuelven el dinero íntegramente, pero las zapatillas no se encuentran en el almacén, por lo que me quedo sin mis segundas camper.

A parte de estos dramas personales, la última gran cosa que he descubierto es que todos mis amigos están locos. Algunos de ellos incluso me calientan el oído, alabando lo centrado que soy. Pero, si estoy rodeado de amigos a los que les falta un tornillo, o tengo vocación de psicólogo o tiene razón ese refrán de que ellos se juntan.
Lo que no puede ocurrir es que salgamos de marcha y demos el espectáculo en la discoteca. Al principio está llena y la gente no se da cuenta, al final de la noche, los que no están muy pasados, se encuentran con un grupo de gente, donde uno está ligoteando, otro bailando solo en mitad de la pista, una se dedica a bailar pegada a la barra, mientras que la última en discordia se pasea por toda la discoteca bailando con todo el mundo, como si de una gogó interactiva se tratara. Y es que salirse de la norma tiene sus consecuencias, como que todo el mundo te acabe conociendo por el chico bailarín.

Pero últimamente, con tanta espera (oposiciones, destino, vivienda...) y con una considerable reducción de mis salidas nocturnas, sólo tengo ganas de bailar, bailar y bailar.
No tengo ganas de hablar mucho rato, nunca me ha gustado emplear la discoteca como sitio de charla, por que no lo es. Por eso, aunque cuando me hablan respondo de manera educada, prefiero emplear la noche en bailar, mientras controlo a mis queridos locos amigos. Miro a mi alrededor y veo al resto de la gente, sé que están ahí, pero principalmente está la música. Mi cuerpo está en la música y me voy hacia ella, y sólo percibo pequeños retazos de mi alrededor, cada cierto tiempo.
Disfruto como un enano, me divierto porque la noche es para mí y mis amigos y sé que a la vuelta a casa siento que la noche ha merecido la pena, porque he tenido risas y diversión a tope.

1 comentario:

Isabel Sira dijo...

¡Quiero que actualices! Que ya sé que estás muy liado, pero echo de menos leerte.