jueves, 29 de noviembre de 2007

Si Carrie Bradshaw hubiera sido gay (relato corto)


Seguramente si Carrie Bradshaw hubiera sido un hombre gay le hubieran ocurrido historias mucho más dispares de las que nos han ido contando en sus 6 temporadas, hasta el punto de haber tenido tirón para, al menos, otra más.
Supongamos que, en lugar de Carrie, podemos llamarlo Charles (pondré solamente C.) y podemos empezar a contar un relato.

C. había quedado con un antiguo amante, ahora amigo, para tomar café en un nuevo bar. Este amigo, francés, llamado François (F), estaba esperándolo cuando llegó. Tras el segundo, F quiso pedir una copa. A las cuatro o cinco copas ya estaban bastante contentos.
F., bastante más contento porque había tomado una o dos copas más, preguntó a C. qué pensaba sobre su expareja Andreas, un alemán con el que F. seguía viviendo.
Entonces, tras responder que le caía bien, F. soltó una frase ambigua, que dejó a C. un poco descolocado: A Andreas le gustas tú.
En estas circunstancias C. nota que es importante que el idioma materno sea el mismo. No termina de entender la frase, y por mucho que F. intente volver a explicarla, acaba pareciendo que Fran quiere que ocurra algo entre Charles y Andreas. Resulta extraño cuando parece que el propio Fran le tira los tejos a Charles.
Así que Charles se queda con cara extraña durante unos segundos, mientras pasa por su cabeza una expresión francesa: ménage à trois.

Con esta nueva amplia gama de relaciones, en las que tus ex pueden llegar a ser tus amigos, tus amantes o tus compañeros de piso, ¿existe realmente una relación de amistad "platónica", que no pueda verse enturbiada por la atracción sexual, los celos o la envidia? ¿Acaso los ex se pueden convertir en amigos, amantes o casamenteros?

Sin querer juzgar ni suponer, Charles continúa con su copa mientras la conversación deriva a otros derroteros.
Cuando ya deciden marcharse, Charles acompaña a su casa a F., pues le coge de camino para llegar a la suya. Ya en la puerta y sabiendo que Andreas está dentro, François invita a Charles a tomar una copa en casa. Charles, recordando el comentario anterior, decide entrar para ver qué pasa, a pesar de tener ganas de llegar a casa.
Nada dentro recuerda la frase ambigua anterior, hasta que, en un momento que Andreas está de espaldas, F. decide mandarle unos besos a Charles, que responde mientras se siente como un quinceañero pelando la pava delante de los padres.
Tras cenar, se marcha a casa, pensando en las cosas sorprendentes que tiene la vida.

2 comentarios:

Isabel Sira dijo...

Es que la vida es muy rara. Pero, si no lo fuera ¿qué haríamos?

anthonytowers dijo...

La vida es más rara de lo que puede llegar a ser la ficción. Al menos yo no tengo tanta imaginación.